En una apacible vereda del campo colombiano todo es paz y armonía, hasta que prestamos atención a los detalles.Una profesora citadina llega a una vereda boyacense para enseñar en la escuela rural y, en el fondo, elaborar el duelo por la muerte de su madre. Su aterrizaje en ese paisaje frío y yermo, habitado por una pequeña comunidad campesina a orillas de un embalse, se convierte en una experiencia íntima y transformadora. En el aire transparente del páramo, los sentimientos y contradicciones humanas emergen con nitidez: el amor, el miedo, la soledad, la solidaridad, la crueldad, la ternura... y la envidia, esa «tristeza o pesar del bien ajeno», ese «deseo de algo que no se posee».Lo que hace atrapante la lectura es algo relacionado con la trama, pero que va más allá de ella: lo que les ocurre a los personajes fluye con la naturalidad del vuelo de las garzas o de la jornada silenciosa de un pescador en la represa.Esta novela avanza con la precisa cadencia de los hechos, envuelta en una calma paramuna donde palpitan múltiples y sutiles universos, apenas perceptibles para la mirada minuciosa de la narradora. El frágil espectáculo de la existencia, que solo puede ser comunicado por una sensibilidad dispuesta a observar la vida tal como es.