La novela está situada en Madrid desde principios de los años 50.
Describe, a través de la vida del personaje, un ambiente y unos modos de
vivir, de crecer, en una época, relatando con matices de humor, en
forma de pinceladas, las costumbres a través de su mirada. Ficción
basada en hechos reales, la narración va cobrando fuerza a medida que
los acontecimientos van llevando al personaje a situaciones complejas y a
la forma en que éste se enfrenta a ellas.
Siempre hay un amanecer es
un canto a la esperanza, un atributo al esfuerzo, a la voluntad de
superar situaciones en apariencia «insuperables».