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7,60 €Catalina de Aragón, la pequeña de los Reyes Católicos, fue la más parecida a su madre. De cabello rojizo, rostro sereno, graciosa y sagaz, llegó a ser, según Shakespeare, "Reina de todas las reinas y modelo de majestad femenina".
Cuando abandonó su amada Granada rumbo a Londres, en 1501, apenas adolescente, para casarse con el prÃncipe de Gales, Arturo Tudor, no imaginaba que serÃa viuda pocos meses después. La joven quedó desolada. Ni sus padres querÃan renunciar a la alianza ni Enrique VII perder la dote. El propio rey quiso desposar a la joven pero Isabel la Católica no lo permitió. Y fue prometida al hermano de Arturo, Enrique. Cuando en 1509 muere el monarca, el prÃncipe es nombrado Enrique VIII, rey de Inglaterra, y se casa con Catalina. Los fastos duraron varios dÃas. "Estos reinos están en paz, y ofrecen mucho amor al Rey, mi señor, y a mÃ. Pasamos el tiempo en un festival continuo", le contaba la reina Cristina en una carta a su padre.
Catalina no podÃa adivinar que ese matrimonio provocarÃa el cisma de la Iglesia. Feliz en los primeros tiempos, Catalina por su saber y su caridad se ganó el respeto de la corte y del pueblo. Y para Enrique VIII fue la "consorte más querida y amada". Pero sus desdichas comenzaron con los embarazos. De seis sólo sobrevivió su hija MarÃa. Y nunca llegó el ansiado heredero.
Rechazada por su esposo, sumida en la soledad pero firme en sus convicciones, luchó por los derechos de su amada hija. Tras años de sufrimiento murió el 7 de enero de 1536. Y en sus últimas plegarias pedÃa: "Dios mÃo, perdónalo tú a Enrique, porque yo no puedo, y no es poco lo que viene de él."