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En Adornos las descripciones parecen aludir a una sentencia de observación sociológica, que intempestivamente fijan su atención en un certero objeto o acto, que las altera y relativiza. Así, las palabras, su estructura y construcción, se constituyen como espacios de resistencia al sentido común. El engaño, incluso el de las palabras, es apuntado desde la fragilidad de la propia palabra. Su sentido recto no existe, y la exactitud se desplaza por la ambigüedad que constituye su transparente sentido. Carlos Cociña
